Los prisioneros …

Charles the CannibalComo todas las artes y las profesiones también la ciencia tiene, en sus mecanismos internos, objetivos que pueden llegar a ser muy distintos, y razones que pueden llegar a ser hasta opuestas. Y como todos los seres humanos, el «científico» puede tener por dentro voces muy diferentes, a veces hasta en conflicto entre sí. De todo esto quizás poco se sabe fuera de la torre de marfil, lugar emblemático donde el sabio se queda encerrado en sus propios pensamientos, bastión que supuestamente protege y a la vez proporciona una altura para garantizar visiones lejanas. La necesidad de todas las sociedades de crear mitos y héroes, de organizarse en castas, de delegar responsabilidades y de entretener la fantasía y la esperanza, han forjado una idea de «hombre de ciencia» bastante ajena a la profesión de investigador, generando a la vez un culto del personaje extremadamente inapropiado y una barrera ficticia e injustificada entre ciencia y sociedad. Ha sido probablemente un trato silencioso amparado por ambas partes. A razón de esta separación aparentemente digna e impermeable, la sociedad excusa mantenerse informada sobre temas científicos y los investigadores, amantados de misterio, no tienen que justificar con demasiados detalles muchas de las dinámicas académicas e institucionales que supuestamente se llevan a cabo en el nombre del conocimiento, y de reglas que solo un sabio puede entender. Es decir, si uno no pregunta, el otro no contesta, y nos quedamos tan anchos los dos … [leer todo]

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